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Efecto Mozart: notas que dejan huella

Publicado por Patricia Alvarez en 15:22

A comienzos de la década del 90’ se probaron los beneficios de la música de Wolfgang Amadeus Mozart en el razonamiento matemático y el conocimiento espacial de quienes escuchan su música. Pero hace más de 40 años, el otorrinolaringolo francés, Alfred Tomatis, descubrió este efecto.

Llamó efecto Mozart a que cuando una persona escucha esta música, aumenta su energía cerebral, rendimiento intelectual y habilidad para visualizar e imaginar formas espaciales. Comprobó que las melodías de este genio son ricas en frecuencias altas o agudas y, por tanto, transmiten más energía –por medio del oído- al cerebro.

La base del efecto Mozart es el estímulo de la música sobre las funciones cerebrales superiores. Esto implica que la música de frecuencias agudas, logra activar la corteza auditiva y las zonas asociadas a la emoción. También logra activar áreas del cerebro vinculadas con la coordinación motora fina, la visión y otros procesos del pensamiento.Así lo establecieron en 1993 la psicóloga Frances Rauscher y el neurobiólogo Gordon Shaw, de la Universidad de California, tras realizar una experiencia donde un grupo de 36 estudiantes debió escuchar la Sonata para Dos Pianos en Re Mayor, también conocida como K448, bajo ciertas condiciones y por 10 minutos.
En las salas contiguas otros dos grupos de compañeros realizaron pruebas idénticas, con la única diferencia de haber pasado esa decena de minutos escuchando cintas de relajación unos, y en absoluto silencio otros.

Inmediatamente después evaluaron su razonamiento espacio-temporal. Y los resultados traducidos a la escala del Coeficiente Intelectual, resultaron ser de 8 a 9 puntos superiores después de escuchar a Mozart frente al resto de las situaciones.No obstante, dichos efectos sólo se daban 15 minutos tras la escucha. Y por ello, los investigadores repitieron la experiencia con 79 jóvenes, quienes debían averiguar qué forma tendrían ciertos pedazos de papel después de doblarlos y cortarlos de determinada manera. Una vez obtenidas las respuestas, los estudiantes se dividían en 3 grupos en los que se les exponía, durante 10 minutos, a la música minimalista de Phillip Glass, la sonata K448 de Mozart y silencio respectivamente. Cuando se repitió el test, el grupo que había escuchado a Mozart logró predecir un 62 por ciento más de las formas que la vez anterior, mientras los otros dos grupos sólo mejoraban en algo más del 10 por ciento de sus respuestas
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